POR: OSCAR R. CONTRERAS NAVA
Si los partidos políticos fueran organismos privados y no tuvieran nada que ver con la sociedad, es muy seguro que nadie opinaría sobre el origen de sus militantes y lo que hacen para conseguir el poder.
Sin embargo, son organismos públicos que se deben a la sociedad, que viven de los impuestos que pagan los ciudadanos y son, de acuerdo al régimen democrático en que vivimos, entidades que deben transparentar el manejo que tienen al interior de su organización.
Es por ello que después de elaborar sus Documentos Básicos como la Plataforma Electoral, Declaración de Principios, Programa de Acción, Estatutos, etcétera, los presentan ante el Instituto Nacional Electoral para que se analicen y sean aprobados por el Pleno del Consejo Nacional Electoral y luego se registren y sean dados a conocer a la sociedad.
Por ello, que Sergio Guajardo Maldonado se ofenda porque Ricardo Anaya Cortés criticó a Oscar Luebbert por ser sospechoso de tener vínculos con la delincuencia organizada, nos parece inconcebible, intolerante y antidemocrático.
Anaya con eso no interviene en la vida interior del PRI y tiene todo el derecho de cuestionar a quien se le pegue la gana, así como también él lo hace, pero debemos entender que Guajardo lo hace de manera solidaria con su compañero de partido y busca enviar un mensaje a los tamaulipecos para sepan que los aspirantes priistas a la dirigencia estatal, están más unidos que nunca, que defiende a Luebbert ante lo dicho por Anaya sin importarle que lo critique y lo que digan sus detractores y la pregunta sería:
¿Meterá Sergio Guajardo las manos al fuego por Luebbert ante un posible arresto de la PGR, la DEA o FBI?
Por lo que vemos, sí. Así es, y esto es como agarrar la bandera del priismo y lanzarse al suicidio tal y como lo hizo Juan Escutia, uno de los niños héroes que pelearon en la Batalla de Chapultepec en 1847, quien se envolvió en la bandera nacional para evitar que los norteamericanos la tomaran, sin saber que con ese acto de patriotismo lo único que ganaba era su muerte, porque los gringos se la llevaron y la pusieron como trofeo de guerra en la Academia Militar de West Point y en esas mismas anda Guajardo Maldonado. ¿O no?
En fin, lo más importante de todo es que si Oscar Luebbert Gutiérrez no tenía defensor público, pues ahora lo tiene y en caso de llegar a la dirigencia estatal del PRI, debe corresponderle con al menos una secretaria de su partido, porque eso de andarlo defendiendo, claro que va a tener un alto costo en el futuro y estamos seguros que no lo harán candidato a la diputación, ya que no forma parte de la casta divida del PRI tamaulipeco y por lo tanto no tiene derecho divino.
Para finalizar, el ex secretario del Ayuntamiento de Madero, Juan Torres Sáenz, platico sobre su caso con el dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya Cortés y aunque nunca se supo, bien a bien, lo que le dijo, el panista maderense estaba feliz y no cabía de contento.
¿Qué le habrán dicho? Esa es la incógnita que habremos de despejar en los próximos días, porque pudieran activarlo con algún cargo público o de elección, a pesar de sus enemigos que lo desbancaron.
Esa es la ventaja de ser panista de toda la vida y asumir los riesgos de jugarla con los nuevos en el PAN, a quiénes no les importa pisar los callos del poder, siempre y cuando se cumplan sus objetivos. ¿Cómo la ven?
Apunte final. Que el doctor Norberto Treviño García Manzo está preparando la defensa de su labor cuando fue secretario de Salud en el sexenio de Egidio Torre Cantú, después de que se encontraron algunas irregularidades que tenían que ver con las compensaciones, medicinas, otorgamiento de plazas y otros peculados y desvíos más, pero no sabemos para que se molesta tanto, si aquí tiene a Nazario “El Pollo” Assad Montelongo, quien de esto sabe mucho. ¿Verdad?