Ciudad de México.- Las noticias llegan tarde a ciertos rincones de Culiacán. Sujetos no identificados bloquearon el jueves las principales vías de acceso a la comunidad Paredones, al norte de la zona rural de Culiacán, y atacaron a elementos del Ejército Mexicano.
Aunque las imágenes se reproducen a gran escala en televisión, en Dorados el futbol impone una lógica de orden, como un refugio. Todo se apaga invariablemente cuando se juega un partido. El uruguayo Sebastián Abreu, director técnico del equipo, prefiere aislarse de los que piensan que Sinaloa es un paraíso del narcotráfico. “Cuando vine por primera vez en 2005, me decían que iba a ser peligroso, bravo, con muchas complejidades”, dice a La Jornada. “Pero eso no quita que se pueda disfrutar de este deporte”.
Abreu regresó a la ciudad sinaloense hace tres meses. Desde entonces se ha encontrado con personas a las que considera parte de “la vieja guardia”: médicos, utileros, aficionados que seguían con fervor al Gran Pez en primera división.
Vínculo con la gente
“Este es un club con identidad propia. Lo que necesitamos es recuperar el vínculo con la gente, que cada sábado a las 8 de la noche el niño, la madre, los abuelos y vecinos tengan el plan familiar de ir al estadio de Dorados, ese orgullo de ser culichi a pesar de las preocupaciones que quedan por resolver”, agrega el excéntrico ex goleador de 47 años, quien ostenta el récord Guinness como el profesional que ha militado en más clubes en el mundo, con 32 en 11 países.
Mientras apaga su teléfono y hunde las manos en las canas que le han crecido en el último lustro, El Loco se detiene a pensar un momento en la última vez que Dorados llegó a una final. La posibilidad del ascenso aún estaba vigente. Con decenas de medios internacionales acreditados, el argentino Diego Maradona construyó un equipo sin igual. Las dos veces que estuvo a punto de ganar el campeonato en 2018 y 2019 quedaron plasmadas en la serie documental de Netflix, Maradona en Sinaloa, con imágenes que trascendieron el futbol y mostraron una ciudad festiva, identificada como pocas veces con un deporte que no es el favorito. Como ése no hubo otro momento.
“La llegada de Diego cambió todo, el solo hecho de decir su nombre genera respeto, impresiona en cualquier parte del mundo”, señala el mundialista en Corea-Japón 2002 y Sudáfrica 2010, edición en la que decidió tirar un penal a lo Panenka ante Ghana para avanzar en los cuartos de final.
Bendición futbolera
“Cada vez que vamos al estadio a entrenar es obligación saludar a Maradona. Tenerlo ahí es como jugar con la bendición del Papa futbolero. Nos genera orgullo, porque, así como él, otras personalidades ilustres en el deporte formaron parte de la historia de Dorados. En su momento fue Jared Borgetti; después tuvimos a Pep Guardiola, uno de los mejores entrenadores del mundo, y a Cuauhtémoc Blanco, ícono de la sociedad mexicana. Ese es el camino que fuimos marcando”.
En enero de 2021, el conjunto sinaloense instaló una imagen del ex astro argentino, de gorra y con indumentaria deportiva, a mitad de la tribuna que da hacia el río Humaya. Fue una manera de recordarlo después de su muerte, el 25 de noviembre del año anterior. En este punto de la conversación, Abreu retoma una frase del entrenador uruguayo Óscar Washington Tabárez para ejemplificar lo que queda por hacer en Sinaloa. “Como decía el maestro Tabárez, el camino es la recompensa. Y todavía hay mucho por recorrer”, afirma antes de revisar las notas en su libreta. Con tinta azul, las que puede cambiar; en roja, las que no sirven.
“El estadio, en comparación a cuando me fui, está terminado. Es una especie de antro futbolístico que marca presencia. Estamos en la búsqueda de volver a instalar el club en el lugar que merece. Hay veces que dependemos de la energía que viene de afuera, ahora tiene que ser al revés. No sólo ha cambiado el ciudadano joven. Si queremos mejorar esta realidad de acuerdo con los tiempos de antes, va a ser una causa perdida. Debemos entender lo que decía Napoleón Bonaparte: ‘si no puedes con el enemigo, únete a él’. ¿En qué sentido? En utilizar la información que circula en Internet con el afán de mejorar a un futbolista”.
Multicampeón en Brasil y Argentina, Abreu suele utilizar con cuidado ciertas palabras. Cree que lo más sencillo es decir que en Culiacán todo es narcotráfico, pero el deporte, insiste, puede ayudar a reconstruir esa imagen, independientemente de si la recompensa es un campeonato. “El orgullo profesional no se negocia con ascensos o descensos. Es interno, es como decir: ‘estoy acá porque quiero el futbol, porque amo la ciudad y quiero hacer algo por este deporte’”.