Por Oscar Díaz Salazar
Cuando llega Manuel Cavazos Lerma a Tamaulipas, un par de años antes de ser gobernador, y en calidad de encargado del Programa Nacional de Solidaridad, venía con la intención de «jubilar» a la vieja clase política (priista) y crear un nuevo grupo de políticos, que sería su grupo, cuyos integrantes formaría a su imagen y semejanza, seguidores del salinismo, convencidos de la necesidad de modernizar la política y fieles al credo neoliberal.
En otros escritos les he comentado que Cavazos encerró, neutralizó o exilió a: Agapito González, Pedro Pérez Ibarra, Heriberto Deandar, Diego Navarro, la Quina (CSG), los Cardenas González, etc.
Pero hoy me quiero enfocar en los personajes que encumbró Cavazos Lerma, en los jóvenes con los que pretendió renovar la élite priista que gobernaba y/o administraba el Estado. En esa categoría tenemos a varios chavos (entre 1993 y 1997), que tuvieron trayectorias muy variadas, algunos triunfaron y trascendieron y otros no lograron sobrevivir (políticamente) el sexenio del señor del sombrero y los pantalones de terlenka.
De los políticos «inventados» por Cavazos, o impulsados por el ex gobernador matamorense, tenemos a: Homar Zamorano Ayala, Tomás Yarrington Rubalcava, Oscar Luebbert Gutiérrez, Gerardo Higareda Adam, Guillermo Acebo Salman, Antonia Mónica García, Javier Villarreal (padre e hijo), Miguel Rubiano, y otros que de momento escapan a mi memoria.
La razón para compartir esos recuerdos, es para decirles que a los gobernantes, les interesa trascender, y suponen que para eso deben relegar o jubilar a sus contemporáneos, los políticos vigentes que no le deben la posición o la chamba, para llenar los espacios con sus recomendados, con los personajes que gozan de sus afectos, con individuos que les juran lealtad y amor eterno, aunque lo mismo hicieron con otros gobernantes, y sea más que evidente su condición de traidores.
En ese esquema se entiende la candidatura a presidente municipal de Matamoros del diputado Beto Granados, a quien ya se le conoce como el Campeón de la lealtad, mote que sintetiza perfectamente la relación que hoy tiene con el presidente con licencia Mario López.
Y con esos mismos argumentos se entiende la candidatura del joven Gerardo Illoldi a la presidencia municipal de Victoria. Trascender, hacer escuela, dejar huella, inventar discípulos, preparar el relevo generacional, buscar el complemento entre juventud y madurez, renovar practicas, oxigenar la administración municipal y dejar en el camino a aliados que desprestigian, amigos que avergüenzan (Gattás), todo esto y más se logra con la candidatura del joven Illoldi.
El joven Illoldi podrá tener la inexperiencia en su contra. Pero no tiene la mala fama, ni las mañas, ni los vicios, ni los modos de Gattás, que salió muy competente para el atraco, para el abuso, para el influyentismo.
El gobernador sabe que lo único que requiere de la presidencia municipal de Victoria es un poco de orden y decencia, pues el mismo se ha encargado de la obra y la prestación de los servicios.
El gobernador sabe que ya es tiempo de darle las gracias al personaje que no ha terminado de saldar su deuda con los Carmona, porque «es busgo», porque antes que cumplir sus compromisos y honrar su palabra, ha pedido más tiempo, lo que implica más privilegios, y todo esto en perjuicio de los victorenses, que saben muy bien que con ese chofirete empoderado, ese naco venido a más, jamás podrán recobrar la categoría de ciudad limpia y ciudad amable.
No pasarán muchos días antes de saber si prevaleció el interés de los victorenses, o se impuso nuevamente el negocio de los Carmona.