Por Oscar Díaz Salazar
Hay una expresión, de autor desconocido, que señala: «quien traiciona una vez, traiciona siempre». Ese aforismo que nos habla de la congruencia de los traidores, de la posibilidad, -que en política es necesidad-, de prever la acción de los traidores, debió tener en mente el candidato de la conjunción de partidos denominada Va por Tamaulipas, al invitar a su cierre regional de campaña en Nuevo Laredo, al multitraidor Enrique Rivas, también conocido como Enrique Robas.
El ex presidente municipal de Nuevo Laredo, Enrique Robas, traicionó a su compadre, amigo y hacedor, para efectos políticos, Carlos Cantú Rosas. Enrique Robas le dio la espalda a quien lo hizo regidor, diputado local y le heredó la presidencia municipal. Desde el primer momento en que Francisco N comenzó la purga de figuras políticas del panismo tamaulipeco que le disputaron espacios en el pasado o le podrían hacer sombra en el futuro, el campeón de la deslealtad, Enrique Robas, se alineó con el líder de la Vaca Salvatrucha y traicionó a «Su Brother», para decirlo a la manera de Cantú Rosas y sus cuates.
Tras cinco años de estar al frente del gobierno de Nuevo Laredo, y ante la disyuntiva de mantenerse fiel a su nuevo patrón, Cabeza de Vaca, apoyando a la candidata beneficiaria del dedazo vacuno, Yalheel Abdala, por cierto vieja enemiga política de «Robas», el Judas neolaredense prefiere regresar a los brazos de los Cantú Rosas.
Para que la traición no fuera tan evidente, en la elección que Robas entregó el poder al canturosismo cobijado con las banderas de morena, el propio Robas se deja ganar por una candidata a modo, que venía de ser regidora en el Ayuntamiento que presidió el traidor Enrique Rivas.
Perder una elección de diputado local le sirvió a un Enrique Rivas, enriquecido brutalmente tras cinco años de manejar los recursos del municipio más rico del Estado, para intentar esconder las huellas de su traición.
Si los Cantú Rosas no lo han perdonado, por lo menos están cumpliendo los acuerdos pactados con el ex amigo Robas, que debe saber que la confianza es como la virginidad, solo una vez se pierde y ya no se recupera.
Afirmo que los Cantú Rosas están cumpliendo cabalmente los acuerdos establecidos, porque no se sabe de ninguna investigación por asuntos relacionados con la administración de su ex amigo, de su antiguo Brother. Resulta sospechoso que ni la menor falla administrativa hayan encontrado en el periodo en que Robas fue alcalde. No faltó ni un clip, ni hubo el mínimo error en el ejercicio presupuestal que rebasa los tres mil millones de pesos por año.
Que no se sorprenda el candidato de los partidos que fueron como el agua y el aceite, cuando Enrique Robas le diga: perdimos compadre.