EN SINTESIS/ POR MARIO ALBERTO LONGORIA GOMEZ

CONGRUENCIA POLITICA

Casi una semana ha pasado desde el domingo primero de julio, día de la jornada electoral. Evento cívico, democrático, histórico y que marca un parteaguas en la vida nacional.

Las encuestas, no se equivocaron, la diferencia fue abrumadora, la presencia en la noche del primero de julio de José Antonio Meade y después de Ricardo Anaya, reconociendo que el voto no les favorecería, generó un clima de certidumbre y confianza en la elección, ya no era incluso necesario el pronunciamiento de Lorenzo Córdova en el INE en el tema del conteo rápido. La institucionalidad, responsabilidad y convicción democrática de los candidatos que no obtuvieron el triunfo, fue clave en la conducción final de esta jornada ejemplar, en donde millones de mexicanos salimos a votar de manera tranquila libre y pacífica.

El efecto MORENA en todos los rincones del país fue más fuerte que el famoso EFECTO FOX, personajes relativamente nuevos o con poca participación política, recibieron un regalo anticipado y miles de votos que los catapultaron hacia un triunfo electoral.

Los escenarios catastróficos, la supuesta subida del dólar, el caos y todo el supuesto peligro, resultaron falsos, hoy la figura de Andrés Manuel, brilla en el escenario nacional, la comunidad internacional ha volcado sus buenos comentarios y el augurio de un gobierno de transición con posibilidades de lograr grandes acuerdos nacionales.

La urbanidad política, el buen trato de los medios nacionales e internacionales hacia la nueva figura del momento, hacia el personaje de la esperanza de México, ha generado cierta estabilidad que se siente a lo largo y ancho del país. Efectivamente, todavía se ven algunas pequeñas muestras de escepticismo o quizá algunos lugares en donde todavía se presentan algunas diferencias entre partidos por resultados, también es cierto que se respira un nuevo ambiente, o quizá estemos ante un escenario normal, pero que las campañas políticas lo habían enrarecido.

La presencia de Andrés Manuel en Palacio Nacional con el Presidente de la Republica Enrique Peña Nieto, da otra clara muestra de madurez política, se observa en el horizonte una entrega recepción de gobierno y una transición a la altura de cualquier democracia moderna.

La derrota siempre es huérfana, nadie la quiere asumir, pero el “hartazgo” como decía “Monisvais”, el enojo social, que no percibía el PRI, lo llevo a su propia debacle, hasta un penoso tercer lugar. La imposición de candidatos desde el centro, sin el consenso de las bases, los acuerdos en lo oscurito, las traiciones, la simulación lo de siempre hicieron que el tricolor, quien, por cierto, esta vez con un excelente candidato como Pepe Meade, no pudiera alzarse con la victoria. En el caso del PAN, sus divisiones internas y la poca vinculación de los partidos que integraba el frente, también propicio su caída y su derrota

Hacia dónde vamos, que estamos pensando, que queremos y como lo vamos hacer, son preguntas existenciales que todos los días nos hacemos. El rumbo del país, sigue su marcha, la congruencia política, la recomposición ideológica, la nueva conformación de los niveles de gobierno y de las estructuras gubernamentales, serán claves en el quehacer del nuevo gobierno.

Si queremos un mejor país no perdamos de vista un elemento clave que todo gobernante no debe olvidar: el bien común, el deseo de servir y no de servirse y siempre tener un gobierno cercano a la gente, porque para gobernar primero hay que escuchar.

EN SINTESIS, los supuestos nubarrones que venían con la llegada al poder de Andrés Manuel han quedado disipados, el enojo social poco a poco se está controlando con este resultado electoral, la ciudadanía tiene muchas esperanzas en el nuevo gobierno, López Obrador ha generado una gran expectativa y como tal tiene esa obligación de cumplirle al pueblo de México.

Nos vemos en la próxima Dios mediante, [email protected]

Notas Relacionadas

Deja tu comentario