Por Oscar Díaz Salazar
Eran los tiempos en los que el hoy Primer Damo de Nuevo Laredo, Oscar Mario Hinojosa Ramirez, alias «El Uxoricida», era Agente del Ministerio Público en Ciudad Mier.
El padre del MP era abogado litigante, y en esa oportunidad defendía a un asesino. El caso era muy sencillo para ser juzgado y para condenar al homicida, pues las evidencias que lo condenaban eran rotundas, contundentes, sin margen a la duda.
La pieza fundamental para aclarar el homicidio y para condenar al cliente del padre de Oscar Mario, era el arma, una pistola que la Policial Judicial mantenía bajo resguardo, como evidencia principal de un caso «abierto», en proceso.
En vísperas de la audiencia para resolver el asunto, el arma con la que se perpetró el crimen «se perdió», desapareció del almacén de evidencias, se esfumó, fue robada y nunca más se supo de ella.
La falta de esta evidencia, de ese elemento probatorio, fue el resquicio por el que la defensa del criminal ganó el asunto, y ganó una buena lana.
Decenas de historias como esta me han contado varios amigos que padecieron, como ciudadanos, como litigantes, como autoridades, al señor Oscar Mario Ramírez, en el tiempo en que fungió como Agente del Ministerio Público y director de la Policía Judicial del Estado, teniendo como jefes a Cayuela Villarreal en la Procuraduría (Uuuy) y a Tomas Yarrington como gobernador (Uuuuyyyy, uyy, uyy).
En la próxima les platicaré de la vez que llevó a su progenitora a la reunión en la que se le dictarían las medidas disciplinarias por su conducta y mala actuación en otro asunto.