Por José Ángel Solorio Martínez
Llegó la pieza que faltaba a la maquinaria de la IV T, en el gobierno de Américo Villarreal Anaya. Héctor Calabazo Villegas González, arribó en una acción obligada, necesaria para dar firmeza y templanza a la administración estatal, que tomará el rumbo político-administrativo del estado.
El edil riobravense, –con licencia–, es el operador que hacía falta en un ambiente de choque y de candente debate entre el gobierno entrante y el saliente.
Villarreal Anaya, necesita ocuparse de tareas de mayor calado; ahora, le queda chico entrar en dimes y diretes con el gobernador que se va.
Nunca fue, nunca ha sido, saludable para la figura de un gobernador bajarse al ring y repartir zapes a diestra y siniestra. Ni con funcionarios, ni mucho menos con otros actores políticos; para eso tiene sus representantes, que tienen que poner el rostro ante las críticas y mostrar la mano con guante de seda.
Villegas González, ya tomó el mando de una tarea fundamental en el sexenio de AVA: el área política de la administración estatal.
Se entiende: por el protocolo y su recibimiento en el Comité de Transición, –le dio la bienvenida, el hombre de mayor confianza del gobernador: el doctor Jesús Lavín Verástegui– por el discurso que pronunció fijando la postura del cardiólogo, tomó el timón que lo ubica como el segundo a bordo del gabinete de la IV T.
Ya tiene con quien dialogar, Gerardo Peña.
Ya hay, quién responda a sus provocaciones.
Ya el secretario general del gobierno azul, tiene su homólogo.
Villarreal Anaya, podrá hoy desplegarse con mayor libertad en proyectos de relevancia para la entidad y para el país.
Se debe entender: AVA, ya está en las ligas mayores de la política nacional.
La política local, es de vital importancia para el doctor; pero, es imprescindible atender lo que ocurre en el paisaje del país.
El Calabazo, llega en el momento preciso para dar cuerpo al Comité de Transición. Desde el 1 de septiembre, habría iniciado tambaleante; faltaba, el engrane de mayor potencia: el operador político y el actor receptor de las áreas administrativas panistas.
Su discurso, fue enérgico.
Tal, y como el escenario exige.
Pisó fuerte, y trazó entre líneas el trato que AVA y sus colaboradores, ofrecerán a los que se van: existe el camino fácil, institucional; y el sendero duro, el de respuestas macizas ante la resistencia provocadora.
Lavín Verástegui, sensato, disciplinado, entregó la cancha completa al riobravense.
Su condescendencia, proporcionó a Villegas González, la seguridad para actuar como el personaje de mayores confianzas del gobernador electo en asuntos de la gobernabilidad de la administración estatal que tomará protesta el 1 de octubre.
El presidente municipal de Río Bravo –aún con licencia, lo sigue siendo–, no es un improvisado en los vericuetos de la política. Su paso por el Congreso de la Unión –fue diputado de mayoría, en un distrito bastante complicado–, y su actividad gremial como productor agrícola, le han aportado un perfil de mucho vigor para cumplir sus encomiendas como un eficiente número dos del Gabinete de AVA.
Es de esperarse: conforme vaya declinando en el tiempo, el poder del panismo en la estructura gubernamental, el Calabazo se irá posicionando en su cargo e irá acumulando capital político para torear diestramente los desafíos de una IV T que llegó con enormes expectativas ciudadanas.
Dice bien, Eliseo Castillo Tejeda:
“Avanzando la carreta, se van acomodando los Calabazos…”