Por José Ángel Solorio Martínez
Desde que el alcalde de Río Bravo, Tamaulipas, Mussy Melhem Kuri, tuvo la dicha de tener una fraterna cercanía con el gobernador del estado, Enrique Cárdenas González, no había llegado como jefe edilicio un ciudadano con esa coincidencia con el jefe del Ejecutivo estatal.
Ese vínculo fue de gran utilidad para el pueblo: se desplegaron inversiones en obra pública, aun no superadas por sus sucesores.
El Calabazo Villegas, rompió con aquella maldición.
En más de cuarenta años, los alcaldes, mantuvieron un pacto institucional, de respeto.
Algunos, hasta confrontaron con el gobernador. El más memorable fue Juan Antonio Guajardo Anzaldúa; aún se recuerda, aquellas divergencias con Manuel Cavazos Lerma.
Juan Antonio, resultó un hueso duro de roer para el economista matamorense. Socio del secretario particular del presidente Carlos Salinas, –Justo Ceja– sorteó los pleitos con buenaventura.
Brincó, todo obstáculo presupuestario tocando puertas que Ceja abría en la Federación.
Su hermano Diego, nunca tuvo una relación de excelencia con los gobernadores. Su zigzagueante paso por la red partidista de la ciudad, siempre le generó ser sujeto de escasa confianza.
Parte del grupo de Guajardo, –Bernardo Gómez y Teodoro Escalón–, arrastraron la toxicidad política de Juan Antonio, y vivieron un trato frío por parte de los gobernadores.
El más reciente caso, Carlos Ulivarri, terminó con una relación tensa con el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca. Al final, se distanció del PAN y de su dirigente real. Concluyó su administración, con deudas millonarias y corriendo de acreedores que dejó colgados de la brocha.
Esa falta de oficio político de los jefes edilicios –no poder procesar con éxito, la convivencia con el Ejecutivo estatal– trajo como consecuencia una coexistencia de soslayo y olvido por parte de los gobernadores con la ciudad
El Calabazo, tiene todo el horizonte para triunfar.
Se sumó al proyecto de Américo Villarreal Anaya, desde su arribo al Senado; como diputado federal, estrechó nexos que lo llevaron a apuntalar al doctor en su campaña y precampaña por la gubernatura. De todos los alcaldes de MORENA, es quizá el que más tempranamente se decantó por el victorense.
Y eso, cuenta.
En la reciente elección de los consejeros de MORENA, Villegas, no cayó en tentación de meter públicamente la mano para resolver esa contienda interna. Eso le permitió salir sin raspones, como sí ocurrió con otros presidentes municipales guindos.
Es decir: nuevamente la prudencia política, le permitió trabajar en su administración sin ruidos y sin sobresaltos.
Otro elemento que abona a favor del Calabazo, es la concordia con la cual operan los miembros del Cabildo.
Es un colectivo plural: panistas y priistas, conviven en un ambiente de respeto y pluralidad.
Es decir: se nota el acuerdo y la gobernabilidad en la ciudad.
Sólo faltaba un gobernador, amigo del alcalde y de los ciudadanos de Río Bravo.
Ya lo tienen.
Pocas veces como ésta, los astros están alineados a favor del jefe edilicio y sus representados.
Cuestión de no desaprovechar esa posibilidad, que no se veía en más de cuarenta años.