Por José Ángel Solorio Martínez
La aniquilación del PAN, el PRI y el PRD, tamaulipecos, en mucho se debe a la degradación de ese tejido partidista, producto de las formas de hacer política del panismo encabezado por Francisco García Cabeza de Vaca. Como panista, realizó estrategias excluyentes y a rajatabla; como aliado del priismo y el perredismo, les arrebató la tutela de sus militancias y los convirtió en compañeros de viaje que cargaron –sumados a los suyos propios– con los impresionantes negativos del reynosense y testaferros.
No hubo en la historia del PAN en Tamaulipas, un panismo tan auto-demoledor que el de los hermanos Cabeza de Vaca. Patrimonialista como lo fue, centró la actividad de su partido en el interés familiar y el de su reducido grupo de cómplices, lo que derivó en la construcción de un partido distante de sus representados y en una red de aliados solícitos que entregaron sus escasos capitales morales y políticos en esa desastrosa y desaseada aventura unitaria.
No hay que buscar, dónde están las explicaciones de las debacles del tricolor y el Sol Azteca en el estado; están a la vista: el derrumbe de sus otrora cauda de simpatizantes, está en su radical vuelco, al pasar de las trincheras de la izquierda y del centro izquierda, a compañeros de proyectos que terminaron arropados como machacantes actores de una delirante derecha que no tuvo, ni tiene, pudor de ponerse al lado de la defensa de los privilegios de las élites que han vivido de las canongías neoliberales.
¿A quiénes del PRI y del PRD se les, ocurrió ponerse al lado de programas políticos derechistas que proclamaban liquidar los programas sociales promovidos por el presidente AMLO?
El PRI, resultó el más dañado por su praxis reciente. Sobre todo, porque pasó de ser un partido con decorosa influencia, a un grupo político con escasas cualidades de partido. En la entidad, en pasadas elecciones, presumía de un soporte ciudadano, de 50 o 60 mil votos; hoy, apenas ostenta una simpatía popular, más allá del 3 por ciento. A esto, se debe adherir, el repudio social que se incrementó con la pugna intestina generada por Alito Moreno y la repulsa de la mayoría de cuadros relevantes tricolores en el país y en Tamaulipas.
Es decir: el priismo tamaulipeco, es un partido en desbandada total en la región.
El liderazgo de Paloma Guillén Vicente, es otro ingrediente que ayuda a la dispersión de diferentes grupos de militantes; sobre todo, por su postura pública de sumarse a las propuestas de cambios estatutarios para entronizar a Alito otros años más en la dirigencia nacional.
Las más recientes expresiones externadas por una militancia ofendida, con Alito e implícitamente contra Paloma, son evidencias del crítico proceso de descomposición del PRI regional y un aviso a la sociedad, de su próximo deceso en la entidad.
El Sol Azteca tamaulipeco, ni siquiera ha manifestado inconformidades contra sus dirigencias por sus erráticas coaliciones. Su aliento, es tan imperceptible, que pudiera decirse que falleció desde el día que firmó la alianza con su enemigo ideológico e histórico: el PAN.
Antes de sumarse en alianza con el PAN, ya se visualizaba como un partido en retirada. En lugares como el sur del estado, donde se erigió en una fuerza destacada –se posicionó en Madero y gobernó por tres períodos consecutivos– y amacizó a la Izquierda tamaulipeca como una fuerza de profundo arraigo regional, fue desplazado –al momento de echarse en brazos del PAN– por MORENA que lo reemplazó como factor de gobierno en ciudad Madero.
La mayoría de sus militancias, se marcharon con MORENA; las dirgencias del Sol Azteca, no pudieron mantener en sus áreas de influencia a múltiples grupos sociales, que habrían llegado al PRD, por sus posturas nacionalistas y progresistas exhibidas por Andrés Manuel López Obrador, sobre todo en asuntos de tanta importancia para la comarca como un asunto que les resulta vital: la industria del petróleo.
(Para empeorar, la vida del PRD, vino al sur de Tamaulipas, la candidata presidencial Xóchitl Gálvez a proponer el demantelamiento de la refinería).
Sin presente en el estado –el PRI y el PRD–, se ve en chino que puedan tener futuro.