POR José Inés Figueroa Vitela
Nunca el PRI tamaulipeco había estado tan lejos del poder y tan a su servicio.
Lastimosamente la dirigente estatal del Partido, Yahleel Abdal Carmona, tuvo que recurrir a demandar a un periodista, para que los medios se ocuparan de su gris desempeño.
Yo creo que YAHLEEL no tenía la capacidad para mejorar el horizonte electoral priísta, pero en el Partido pensando que no tenían nada que perder, le soltó la estafeta, a ver qué pasaba con ella…y ella pensando que con la diputación local plurinominal ya iba de gane, agarró gustosa la oportunidad.
Eso, que es mi pensamiento puedo, yo decirlo de muchas menearas y otros, desde luego, lo pueden expresar de más formas, en la infinita gama de opiniones.
Lo que está en juego, en la demanda de la dirigente estatal del PRI, no es si mi amigo y compañero FERNANDO ACUÑA PIÑEIRO la ofendió, cometió violencia política contra la mujer, o le inventó algún pecadillo; tampoco está a juicio la forma de expresar las opiniones de cada quien.
La intolerancia, no la inventó la dirigente estatal priísta, pero la aplicación de su parte, hoy está puesto al servicio de los más intolerantes, que sí tienen mucho que perder, con el ejercicio de la crítica, del señalamiento, de la acusación, de la libertad de expresión pues.
YAHLEEL ya ganó su diputación local y el manejo de las prerrogativas, facturando bisutería publicitaria doméstica, a precio de boutique, cuyos resultados negativos le presionan para justificar , el trasvase de los haberes públicos a las cuentas privadas.
La ley ya lo decía de antes, pero en estos días los jueces lo han corroborado en jurisprudencias: es preferible una crítica no compartida, a violentar el derecho a la libre expresión de las ideas.
Si la dirigente estatal del PRI tiene la piel muy delgada y el escándalo en la conciencia, que se regrese al pueblo, a hacer las labores que le eran comunes en la vida cotidiana.
Como dirigente de un Partido y como diputada que va hacer a partir de octubre, seguirá expuesta a la opinión pública, a la crítica y el señalamiento, en el vocabulario y percepción de cualquier ciudadano y especialmente de las y los profesionales, los comunicadores que estarán al pendiente de su ejercicio.
La equidad y la violencia de género a ella, en el rol político que juega, le toca hacerla cumplir y eventualmente le ha tocado violentarla.
Atender al principio de orden, es de elemental conocimiento para quienes aspiran y llegan a ejercer roles protagónicos en la operatividad política. Que no se les olvide.
«Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo», dijo Voltaire en 1906 y tiene cabal vigencia hoy en día.
En este periodo de transición en que los medios tradicionales y los emergentes van atemperando sus alcances, no es un secreto que, así como las redes sociales han servido, en no pocas ocasiones, como instrumentos para acceder al poder.
También en el otro frente, ya en el ejercicio de ese poder, han sido factor para la caída de la imagen de esos mismos, a quienes antes impulsaron.
Las críticas más ácidas e insultantes contra los personajes públicos se dan ahí cotidianamente, dando paso incluso a aparatos técnicos y humanos, imprescindibles ya en los proyectos políticos, igual para ofender que para defender al que paga y al que no lo hace.
Las críticas por las que la dirigente estatal priísta, hoy pide el Oro y el Moro, son punto menos que una oración, una oda literaria, frente a lo que se le ha dicho a ella y a cualquiera de su perfil, en las redes sociales.
Durante el IX Foro de la Democracia Latinoamericana “Desafíos de la política y la Democracia en la Era Digital”, celebrado el fin de semana en el centro del país, ese fue uno de los temas medulares.
“La democracia debe defender las libertades, como el uso de las redes”, dijo el Consejero Presidente del Instituto Nacional Electoral, LORENZO CORDOVA VIANELLO, al señalar que la recreación de la democracia es una tarea colectiva y necesariamente incluyente, que debe apostar por la libertad de expresión en las redes sociales.
¿Y la presidenta del PRI tamaulipeca, pidiendo indemnización y castigo por una crítica periodística?
Conceptos como honestidad, integridad, capacidad, caen con facilidad en los campos de la relatividad, partiendo de las premisas de quién mide a quién, a través de qué y sobre qué conceptos.
Una presunta empresa denominada “Caudae”, la semana pasada difundió los resultados de una supuesta encuesta “para medir” a los gobernantes en el ejercicio del poder, a partir de aquellos conceptos.
No faltaron los “boletines” celebrando que los alcaldes de Victoria y Nuevo Laredo, XICOTENCATL GONZÁLEZ URESTI y ENRIQUE RIVAS CUELLAR aparecieron en el top 10, entre “los mejor calificados”, de las capitales y ciudades con mayor población del país, con excepción de la ciudad de México.
Por supuesto, uno esperaría que la honestidad de los munícipes se midiera en el nivel de transparencia de su ejercicio, exhibido en las páginas donde están obligados a rendir cuentas del manejo de los recursos; en el arqueo comparado de sus haberes antes y durante el ejercicio; en la disposición para atender y responder a los clamores ciudadanos.
Pero no, los encuestadores -si es que los hubo porque no sabemos de alguien a quien le hayan preguntado-, aludieron al reactivo “¿si usted perdiera la cartera y el alcalde se la encontrara, piensa que se la regresaría?”
En el caso del alcalde victorense, ocupó la posición número 23, de 40 municipios sondeados con 53.1 por ciento que habría contestado que sí se las regresaría y 46.9 que no; si la población victorense ronda los 300 mil habitantes, en esos parámetros, 140 mil ciudadanos estarían pensando que XICO les robaría la cartera.
Hablando de integridad, para medir a los gobernantes, igual se pensaría que podría preguntarse a los gobernados qué piensa, de la forma de conducirse en público y en privado de aquellos, pero “los encuestadores” preguntaron si le confiarían a sus hijos mientras salen de casa.
Los porcentajes no variaron mayormente, entre el 55.1 de los victorenses que si se los dejaban al alcalde y el 44.9 que no, pero en esa escala anunciada, ya la posición avanzaba hasta la quinta posición, porque los pueblos de los otros municipios encuestados estaban en peor condición.
¿Y de la capacidad de un alcalde qué me dice?; yo la mediría en resultados, en cobertura de servicios públicos, condiciones generales de la ciudad y sus comunidades rurales, atracción de inversiones públicas y privadas, agenda pública, verticalidad y empatía.
Pero no, la “sesuda encuesta” preguntó, si fuera a un examen y tuviera derecho a un asesor ¿llevaría al alcalde a que le apoyara?
Menos de la mitad de los victorenses dijo que sí -43.9 por ciento- y el 56.1 de plano lo negó; con todo y esa posición deficitaria, para el galeno alcalde fue prestigiante estar en la octava posición del universo “encuestado”.
El edil neolaredense salió sexto en honestidad, cuarto en capacidad y séptimo en integridad, en unos arriba y en otro debajo de su par de Victoria, como para ir empatando aquellos conceptos.
Hay negocios que se dedican a vender títulos, premios, membresías y ranqueos, para la vanagloria, fiesta y descarga de culpas de los gobernantes, entre los que se incluyen las mentadas encuestas, pero de estas, no hay cosa qué presumir.
Si les cobraron, que les devuelvan el dinero, porque seguramente no salió de su bolsa -como nunca sale en estos casos- y porque en las harcas municipales, hacen más falta tales recursos para satisfacer aquello que no les midieron.
No somos nada.