Ciudad de México.- Una hora estuvo doña Gabina, en plena calle y bajo los fuertes rayos del sol, en la espera de poder ingresar a urgencias de la Unidad de Infectología del Hospital Centro Médico Nacional La Raza, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Desde el inicio, a la familia se le informó que no había lugar pero no sabían qué hacer ni a dónde dirigirse, así que esperaron.
Laura, su hija, comenta que su madre, doña Gabina, de 65 años, estaba perfecta hace 15 días y ayer comenzó a ponerse mal, con severa de falta de aire.
Los familiares comentaron que a las 4:00 horas doña Gabina “ya estaba más estable, con 70.4 de saturación” y luego, el oxímetro dejó de marcar cualquier cifra. Se espantaron porque su corazón estaba muy acelerado.
En silla de ruedas, aguardaba Doña Gabina con su mascarilla y su tanque de oxígeno verde. Estaba pálida, agotada, encogida y sin emitir palabra alguna. Sus hijos y nueras intentaban animarla.
“Necesitamos internarla, ella tiene un problema en el pulmón. Pero nos dicen que no hay lugar, pero estamos esperando. Llegamos hace como una hora. Está mal. Necesita atención con urgencia”, explica Laura.
La familia solicitó ayuda por redes y personal del IMSS le respondió que harían lo posible. En tanto, una voz del otro lado de la línea telefónica le hacía preguntas a Laura:
“No, ella no tiene seguro, de hecho entramos y nos dijeron que no hay camas, que no hay espacio y que la sacáramos. Sí, estamos afuera. Nos dijeron que en el Autódromo, pero ella está muy mal, no la podemos estar moviendo. Ella ahorita no está saturando y su corazón está muy acelerado, necesita una urgencia pero no la quieren recibir”.
Los minutos pasaban. Doña Gabina fue ubicada debajo del puente. Hubo un momento en el que los hombres corrieron hacia la entrada principal de Unidad de Infectología, luego, se regresaron, con todo y tanque, silla de ruedas, hacia la puerta donde llegaron en primera instancia. Ahí se les informó de nuevo. “No hay lugar” y que fueran al Autódromo Hermanos Rodríguez.
Los familiares subieron todo de prisa a la camioneta negra. Por alguna razón, la familia se siguió hasta Ecatepec y no llegó al Autódromo Hermanos Rodríguez.
Afuera del hospital La Raza llegó otro paciente, se quedó en el auto y con oxígeno. Su familia decidió también esperar.
En IMSS cuenta con alrededor de 29 unidades de atención covid-19 en la Ciudad de México y zona conurbada.
En la Ciudad de México tienen 2 mil 600 camas, de las cuales, mil 905 son generales; 82 de cuidados intensivos y 613 con ventilador. Todas están saturadas.
El reporte documentó 16 camas disponibles repartidas en cinco hospitales fuera de la demarcación. En HGZ 53 Los Reyes cuatro camas; HGZ 68 Tulpetlac dos camas; HGZ 76 Xalostoc cuatro camas; HGZ 98 Coacoalco una cama; HGZ 196, tres de urgencias y dos de hospitalización.
Los institutos y hospitales federales, así como los locales, están saturados al cien por ciento. Sin embargo, en el Hospital General de México a los pacientes los dejaban ingresar, no los dejaban en la calle.
Un auto particular ingresó al área de ambulancias del HGM. Mujeres trataron de colocar a joven en una silla de ruedas, pero les costaba trabajo. Estaba semiconsciente pero incapacitado de movilizarse por sí mismo. Entre paramédicos y familiares lo colocaron después en una camilla.
Minutos más tarde, un oficial gritó “familiares Rico Negrete”, un joven ingresó y le comentaron lo delicado de la situación, sobre todo, la falta de espacio.
A lo lejos caminaba a paso lento Martín Rico, de 41 años. Se sostenía de su madre y otra mujer que lo acompañaba, daba dos pasos y se recargaba en la pared.
Su madre, Rosa Herrera, explicó que su hijo sufre de complicaciones renales y es diabético, pero ayer, de plano, comenzó con la falta de aire.
“Nos la pasamos toda la noche despiertos: él en la cama, bajó su colchón y cobijas, pero no estaba bien, se siente muy mal. Me dijo que vio un ente negro, y yo me asusté, no vaya a ser la muerte. Está desesperado, su corazón late muy rápido y jadea, trata como de jalar aire. Mi hijo se está ahogando. Me dijo, “mamá no quiero morir” Espero que sala bien”, relató doña Rosa.
En donde viven no hay hospitales. Fueron a diversos médicos, “según muy buenos, mire aquí tengo toda la medicina. Está bien cara, sólo esta costó más de mil pesos, según para el riñón. Nunca mejoró. Yo lo veo más malo”.
En el Autódromo Hermanos Rodríguez hay espacio. Llegan los pacientes y el personal, de inmediato, abre la puerta, los sanitiza y los dirige a la zona de evaluación. Pero no todos esos espacios libres tienen el equipo requerido.
Un paciente de 74 años, muy grave, que llegó a saturar 40 de oxígeno con el apoyo de tanque, estuvo 9 horas en la ambulancia en lo que encontraban un espacio adecuado.
Lograron ingresar al adulto al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), que igual está saturado.
Raúl Jiménez, médico de asistencia de la ambulancia, señala que “desde las cinco de la mañana estamos buscando lugar. En los lugares donde había cama no tenían respiradores o aparatos para intubar. Fuimos a la 46 y nos comentaron que si tenían disponibilidad hoy pero no un respirador.
“Fuimos a la clínica de Chivatito, de la Sedena; sin embargo, ahí lo tenían con mascarilla y la persona requiere intubación. Se hizo la gestión y pudieron encontrar en el INER una cama disponible, por eso nos trasladamos hasta acá”.
“En mayo, nosotros como ambulancia particular, teníamos un traslado diario. Ahorita de 10 llamadas que recibimos, 6 son de pacientes que tienen covid-19 confirmado, o síntomas similares. Está el contagio muy fuerte”, asevera Jiménez.
En esa zona de hospitales, el Gea González y el Instituto de Nutrición, están saturados de personas. Cerca de ese lugar, la gente hacía filas para rentar o rellenar sus tanques con oxígeno.