Por: Chano Rangel
Mucho se ha escrito sobre la Galeana, no dudo que el ingeniero Clemente Rendón, erudito de la historia y cronista de la ciudad, halla escrito sus historias sobre este popular barrio. O también el Profesor Andrés Cuellar, otro prodigio de la crónica, haya puesto su pluma en alguna historia de la Galeana. Inclusive Miguel De la Rosa, escribió el libro 7 y Galeana, referenciando al lugar de su nacimiento. Pero esa es otra historia.
En este barrio y ya de lleno en la crónica, surgieron las primeras maquiladoras, en su mayoría dedicadas a la pica del camarón y la jaiba, conocidas como “despicadoras” y donde el producto final tenia como destino los Estados Unidos, pero también ahí se encontraban bares, centros nocturnos, discotecas, aprovechando la cercanía con lado americano, y que representaba un verdadero manjar para los visitantes del Valle de Texas, que abarrotaban sus barras y mesas.
Sin embargo lo que realmente movía la zona era la Aduana, ese mítico lugar, que dio origen a millonarios e historias de hombres bragados. Por las oficinas de la aduana pasaba de todo, y de eso la historia registro demasiado; en estos mismos confines, se asentaron la mayoría de los despachos dedicados al comercio internacional (agencias aduanales) y su fuerza laboral se contaba por cientos y cientos.
No existía la alta tecnología y todo era hecho a mano, a pluma y papel, con un sello que garantizaba su autenticidad. La ruta fiscal como se le conoció tiempo después se vino abajo, con el primer acomodo que dio Carlos Salinas a las aduanas y desaparecer el resguardo aduanal. Para posteriormente llegar a la época del internet y los empleos el comercio exterior empezaron a descender rápidamente. Y con el cambio y modificaciones después del TLC, muchas de estas tareas pasaron a ser parte de la historia, y la aduana cambio de sede, ahora se ubica en el nuevo Puente Internacional Ignacio Zaragoza, y de un día para otro, lo único que aún tiene visitantes y reúne a las personas es el campo de Softbol de la liga aduanera, ubica al final de la calle Galeana, y de ahí todo luce solitario, solo 2 oficinas de agencias aduanales siguen en pie por esos rumbos, y también la asociación de agentes aduanales esta en el rumbo, pocas familias viven ya en el sector, y hasta los tacos de bistec con frijoles ha dejado de funcionar.
Por eso es importante darle una nueva imagen e impulso a esta zona, los esfuerzos de Jesús De la Garza, alcalde de la ciudad de Matamoros, para regresarle vida y movimiento al barrio de la Galeana, es de verdad una verdadera hazaña, sin embargo los proyectos culturales y de desarrollo de esta zona darán vida y renombre a este sector.
El Centro Cultural, la avenida de las Américas, la Calle 9, y la antigua ruta fiscal, darán cuando concluya este proyecto uno de los lugares y centros recreativos más vistosos y sustentable del norte del país. Las acciones y gestiones emprendidas por Chuchin De la Garza, hace posible que en mediano plazo se vean los resultados, por lo pronto el Museo del Ferrocarril esta listo, montado y armado.
De aquello y lo demás…
Mucho se ha especulado sobre al adquisición de una camioneta blindada por parte del municipio de Reynosa, inclusive algunos regidores se atrevieron a preguntar cual era el grosor de dicho blindaje. Y para esta historia le comento otra, que vive hace algunos años.
El maestro Ramiro Osorio Fonseca, colombiano, ex secretario de educación de Colombia, ex embajador de Colombia en nuestro país, ex director del Festival Cervantino en Guanajuato, y ex director del Festival de la Ciudad de México, en una visita a Matamoros, con motivo del Festival Internacional de Otoño, donde Colombia era el país invitado, observo que el edil matamorense, prácticamente llego a los recintos manejando solo, acompañado de su esposa y un asistente. Y el embajador colombiano enfatizo: “No traen seguridad, ni camioneta blindada el alcalde y su esposa” y también agrego, en Colombia es por ley, y no se ve esto allá. Algo suponía en esa época, cuando el tema de la inseguridad, en esos años avanzaba a través de Centro América a nuestro país.
La seguridad de un edil, de una ciudad como Reynosa, es de primer orden, no por tratarse de la persona, y si esta es bonita, fea o exuberante. Si no se trata de proteger al personaje, sino a la institución. Y es ahí donde muchos críticos y periodistas de ocasión pierden su objetividad.
Razón de sobra tiene la alcaldesa Maki Ortiz, de realizar acciones de seguridad, para proteger la institucionalidad de la alcaldía, así como el gobernador Cabeza de Vaca, realiza lo propio en su seguridad personal. Por que la representatividad de uno y de otro, va más allá de una critica insana y revanchista, al final las instituciones ahí se quedan y los hombres van y vienen.