Por: Chano Rangel
Durante mucho tiempo, en México la política se manejó desde el centro del país, las entidades federativas, llamadas estados libres y soberanos, eran una utopía, que nunca fue efectiva, salvo en papel y datos anecdóticos.
El presidente en turno, era el rey, el soberano, nada y nadie estaban sobre su autoridad, aunque este estuviera en el más grande de sus errores, así pudimos ver la defensa del peso, como un perro, a un presidente soltar en llanto, por su nacionalismo exacerbado, y a otro más para atrás, ver a los poderes del balance democrático, como meros adornos del presidente.
Desde uno a uno los héroes de la revolución fueron asesinados, salvo Elías Calles, quien fundo al PRI, y pudo contar la historia final de la revolución, nada se movía en ningún estado, si el presidente no autorizaba, y eso incluía a los gobernadores de esa entidad.
Carlos Salinas, en su cúspide, quito, puso y mantuvo gobernadores, como fichas de ajedrez, y nadie dijo nada, era lo normal, eran los paradigmas del poder; esos que se vuelven reglas, luego leyes, y llegan a formar parte de la política más reacia de la mexicanidad post revolucionaria.
Era normal, que el presidente en turno, destituyera a un senador, lo nombrara cónsul en algún país lejano, era normal, que el presidente mandara de embajador a un gobernador en turno, dándole una salida decorosa a su embestidura. Normal también era, que los ministros de la corte, fueron a rendir cuentas con el secretario de gobernación, o el mismo presidente de la nación.
Su autonomía también era un paradigma, costumbre pues del poder ejecutivo, donde quizá el presidencialismo más duro, se vivió con Lázaro Cárdenas, Manuel Ávila Camacho, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, y Carlos Salinas de Gortari. Quienes ejercieron el poder y su poderío no tenía límites en todo el territorio nacional.
Los tiempos cambiaron, la llegada de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y hasta el mismo Enrique Peña Nieto, dieron en cierta forma autonomía al congreso y al senado, Zedillo, desligo a Banco de México, del poder ejecutivo, Fox blindo las instituciones para que fueran contrapesos, para que este país, caminara mejor.
Poco a poco, los contrapesos en política y economía, parecían haber puesto al país, por fin en la ruta en un crecimiento, moderado y a veces bajo, pero hacia arriba, las crisis por fin dejaron de azotar, la última en 1994, que ya muchos jóvenes ni recuerdan. Nació el INE, el INEGI, CNDH, y muchos órganos reguladores, que poco a poco, se fueron ganando la confianza del ciudadano común.
Todo marchaba hacia adelante, con ruedas cuadradas, pero para adelante, de poquito, estas últimas 4 décadas, dieron al país, estabilidad, política, económica y social, que por la insensatez de querer regresar un presidencialismo obsoleto y caduco, estamos perdiendo en poco tiempo.
Cambiar todo, para regresar al pasado, parecer ser la ruta, que este gobierno quiere seguir, destruir lo construido, amalgamar el poder en un solo hombre, y hacer de los adversarios carne de cañón; donde pensar diferente, te convierte en enemigo del estado; esa es una de las más serias e irresponsables formas, de querer imponer la gobernanza, en un país, que tantos años ha costado estabilizar.
Al tiempo.
De Aquello y lo demás.
El día de ayer, los alcaldes de Mission Texas, Armando O’cañas y de Reynosa, Maki Ortiz, se reunieron, en el recinto, de cabildo del ayuntamiento reynosense, hasta donde llego el mayor de la ciudad vecina, del otro lado del Rio Bravo.
Dentro de los proyectos comunes esta la solicitud de apoyo, que el mayor pidió a la alcaldesa Ortiz Domínguez, para presentarla ante las autoridades nacionales de su país, y con ello, darle mayor viabilidad a la construcción de un nuevo puente internacional.
Este proyecto civil internacional, se contempla que sea una obra sustentable para la economía de las 2 ciudades, en ambos lados del Rio, su valor se estima en 114 millones de dólares de inversión, y como lo planteo la edil de Reynosa, este será un motor para el desarrollo regional