Por: Chano Rangel
Desde hace algunas semanas, vi, no con mucho agrado unas encuestas para definir la opinión del pueblo bueno, a la reforma al poder judicial, como ejercicio popular si está muy bien, pero preguntarle al pueblo sobre algo que no conoce es una utopía, porque la definición es de justicia para los mexicanos en su mayoría, es cuando se les favorece.
Hay víctimas y victimarios, todos en busca de justicia, sin embargo, hay expertos en esta materia, analizar una reforma con el pueblo en general será también un fatídico error, el pueblo también se equivoca, hace dos mil años, el pueblo condeno a Jesús y dejo libre a Barrabas, con los resultados ya conocidos hasta la actualidad.
En este sentido como lo expresa Javier Laínez, la galvanización de pensamiento y la polarización política, ha causado que se está viendo este proceso como una venganza del ejecutivo contra la corte, por no supeditarse a sus deseos de justicia tendenciosa y sectaria; cuando el senador Ricardo Monreal, habla sobre la ministra Norma Piña, hace referencia a la falta de dialogo de la ministra presidenta, con el presidente López Obrador, y con claridad dejo puesto en la mesa, que a eso de debe la sed de venganza del mandatario a que los ministros no dieron su brazo a torcer para acatar los designios del ejecutivo.
Cuando Norma Piña fue electa como presidenta de la Corte, López Obrador supo entonces que ya no tendría una corte a su servicio, como si lo había sido Arturo Saldívar, que actuaba más como secretario al servicio del presidente, que como encargado de un poder autónomo, soberano y libre, donde el peso de la impartición de justicia muchas veces no gusto al mandatario.
Con Arturo Saldívar al frente de la Corte, se juzgó sin proceso a Rosario Robles, a Jesús Murillo Karam y se le permitió al Fiscal Alejandro Gertz Manero, arremeter contra la familia política en particular, con la pareja de su hermano fallecido, y donde tuvo a la hija de la cónyuge en prisión, nomás por no ceder a sus intenciones de despojo de la herencia del hermano.
En esta mezcla de poder y de sumisión quería el presidente a Norma Piña, no cedió, y la más clara señal fue cuando la ministra en el día de la constitución el año pasado no se puso de pie en el teatro de Querétaro, para celebrar el aniversario de la constitución, algo que molesto al mandatario, porque la ministra no se arrodillo frente al poder ejecutivo, como si lo hacía Arturo Saldívar.
Después de estos acontecimientos resalto y fue más fuerte la propuesta de una reforma al poder judicial, donde por elección popular, serian electos jueves y magistrados; dándole un vuelco de 180 grados a lo conocido por las leyes en México.
De ser cierto y mantener la postura el presidente y su plan de no moverle ni una coma a la propuesta enviada al congreso, solo queda la débil barrera de dos senadores en la cámara alta para darle tiempo a Claudia Sheinbaum de mantener y darle el espacio para que sea ella quien se siente en la mesa de la justicia y pueda negociar una reforma acorde a los tiempos modernos, pero ya con sus ideas y perfiles, que sin son distintos al actual mandatario.
Mire el gabinete de Claudia, si bien está plagado de figuras propuestas por AMLO, no están contemplados los duros, los puros, los radicales, por eso quedo fuer Gerardo Fernández Noroña, el Fisgón, Rafael Barajas, y el mismo Jesús Ramírez, los más ultraizquierdistas del grupo obradorista.
Todos salvo el Fisgón, irán a ocupar un lugar en la cámara baja, como el secretario particular Alejandro Esquer, y muy seguramente Jesús Ramírez, se ira a ocupar esa posición de voz cero, al ala política de Morena.
Sin embargo, para la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum, las cosas no son sencillas, lo mejor sería que el tiempo le ganara la carrera y el presidente se fuera a su rancho, que el primero de octubre llegue rápido, y que no se apruebe una reforma que no es de ella, si no un capricho de su antecesor, si bien es cierto que el poder judicial necesita una limpia, también es cierto que una encuesta no es la solución, y mucho menos hacer foros de consulta, si el presidente sigue empecinado en no cambiar ni una coma. Espero estar equivocado, este camino no es nuevo, pero el final es ampliamente conocido, el precipicio como país.
Es cuánto.
De Aquello y lo demás…
Ahora que se ha sucintado la duda si Tomás Yarrington salió de prisión o no, es cierto que causa nerviosismo en algunos círculos políticos cercanos al ex mandatario. Y que mucho tendría que ver con este proceso que aún mantiene con la justicia gringa.
Si hasta la fecha poco se sabe si tiene alguna carpeta de investigación abierta en México, hasta las últimas fechas, era negativo algún expediente, con el agregado que el inquilino de palacio aún sigue habitando la casa de Cortes, y los expedientes legales se arman en un dos por tres, aunque luego la corte los rechace por ser verdaderos bodrios legales, claro de esos bodrios nunca hablaran en la reforma judicial, los seguidores del presidente.
Lo cierto es que el ex gobernador de Tamaulipas ya no está en la cárcel de Estados Unidos, la ficha así lo indica, donde esta nadie sabe, muy posiblemente este siga aun en presión en una cárcel cercana al distrito sur de Brownsville, pero de mínima seguridad, para acabar de cumplir su sentencia y quedar en total libertad en el mes de noviembre.
La suspicacia y la duda siguen aun en los pasillos políticos, pero lo cierto, cierto es que la duda, sí que está dando intranquilidad a muchos personajes políticos en la entidad.