Por Pegaso
Recién falleció Cepillín, “El Payasito de la Tele”.
Muchos que ya somos chavorrucos crecimos con su programa, con sus canciones mamonas y sus chistoretes sin gracia.
Ricardo González Gutiérrez fue uno de los últimos grandes ídolos de los niños y no tan niños cuya cara casi siempre estuvo oculta por el maquillaje de mimo.
Recordamos a Bozo, a Pipo y a tantos más que alegraban la vida de los tele espectadores.
Ya después apareció el pinche Brozo y todo se fue al carajo.
Pero mientras mimos como Cepillín permanecieron al aire todo fue alegría.
¡Ahhh, qué tiempos aquellos!
Llegaba uno de la escuela y se ponía a ver el programa del Cepillo: “Payasito, payasito, payasito, de la tele. Tú quieres mucho a los niños, payasito de la teleeeee!”
Luego venían las rutinas y sketches, conde Cepillín sacaba de un baúl a su mono de ventrílocuo llamado “Pillín”, con el rostro maquillado igual que él, como si fuera un “Mini me”, pero sin la calva.
Siendo odontólogo, en cierta ocasión se pintó el rostro como payaso para que un niño no le tuviera miedo al sacarle una muela y como vio que funcionaba, empezó a hacerlo con más frecuencia.
Pronto se puso un nombre chistoso y lo demás es historia.
El 8 de marzo se fue al cielo de los payasos, tras complicaciones en una cirugía.
Quedan para el recuerdo al menos dos películas en las cuales fue protagonista: Milagro en el circo (1979) y La corneta de mi general (1989).
Asimismo, tres programas de televisión: El Show de Cepillín (1977-1980), Los Sánchez (2005) y Cepillín (2006).
Fueron grandes éxitos de venta algunas canciones como La Feria de Cepillín, Navidad con Cepillín, En el bosque de la China, La Gallinita Co Co Gua y Tomás, entre otras muchas.
Luego de dejar la tele, o más bien, luego de que Telerisa le dio una patada en el trasero porque ya no garantizaba los mismos niveles de audiencia y de ventas, en 1982 formó su propia compañía de circo y se fue por toda la República, actuando ante audiencias infantiles.
De aquellos viejos tiempos, cuando nos poníamos frente a la pantalla de nuestras antiquísimas televisiones de caja, a las que cada rato les teníamos que estar moviendo la antena para que se viera bien la imagen, me quedan varias inquietudes: ¿Qué demonios andaba haciendo sola una chinita en un tenebroso bosque?
Decía la canción: “Era de noche y la chinita, tenía miedo, miedo tenía de andar solita”.
Yo me figuro que alguna influencia de la Caperucita Roja debió tener el compositor de dicha canción.
Otra de las preguntas que siempre me he hecho es en relación a Tomás.
Dice la canción: “Tomás, uhuhuhuhuhu, Tomás, uhuhuhuhuhu, Tomás, qué feo estás.
Soy un chico en esta ciudad, en verdad me ven mal, solo porque flaco y cabezón dicen que soy. No me importan los demás, soy feliz pues soy Tomás. Yo no creo ser tan feo y no es cierto, no es cierto, ¿por qué me miran tan mal?”
¡O sea!¿Le hacían bullying al chamaco por estar más feo que Dany Trejo?
Yo no sé cuánto influyó Cepillín con temas como estos para que los niños de aquel entonces creciéramos llenos de complejos y traumas.
En fin, “El Payasito de la Tele” ya colgó los tenis y queda su legado para la posteridad.
Yo, por ahora, termino mi colaboración con el refrán estilo Pegaso: “¡En este momento nos elevó con sus extremidades superiores el artista cómico!”. (¡Ya nos cargó el payaso!)