Por Pegaso
PRIMER ACTO. Del Decamerón de Bocaccio: Había una vez una ingenua doncella que buscaba servir a Dios.
Para ello, se fue sola al desierto. Vagando de un lado a otro encontró una humilde cabaña donde vivía un joven monje.
El monje le preguntó qué la traía hasta ese apartado lugar y ella contestó que quería servir a Dios de la mejor manera posible.
El monje, viendo la hermosura de la doncella, empezó a maquinar en su imaginación cómo hacer para que le entregara aquello que tanto apetecía, olvidándose de sus votos sacramentales y dejándose llevar por sus instintos.
Empezó diciéndole cuán grande enemigo de Dios era el Diablo y cuánto hacía sufrir a los hombres y a las mujeres, por tal razón el mejor servicio que se podía hacer era meter al Diablo en el Infierno.
La joven le preguntó cómo podría ayudar a meter al Diablo en el Infierno y respondió que él tenía un diablo que lo atormentaba todos los días, y que ella, por el contrario, contaba con un infierno donde el Diablo podría estar a buen recaudo sin causar más daños.
Total, el monje logró su cometido, y con mucha frecuencia le pedía a la jovencita meter su diablo en la jaula de ella porque le provocaba enormes sufrimientos.
Pasó el tiempo y a la chica le empezó a gustar aquella acción de meter al Diablo al Infierno. Él, por el contrario, comenzó a resentir tal esfuerzo.
Pronto empezó a huir de su presencia, mientras la joven insistía en meter todos los días el Diablo en el Infierno.
SEGUNDO ACTO. Del Papa Francisco: En un discurso que dio el pasado 29 de septiembre, el papa Francisco pidió a sus feligreses recitar una oración especial cada día de octubre para «derrotar» al Diablo.
La oración que los fieles católicos deben recitar es la siguiente: «San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas».
De acuerdo a su mensaje, los escándalos de abusos sexuales contra menores y las divisiones por las que ha atravesado la Iglesia, son obras del Diablo.
Dijo en su mensaje: «La Iglesia debe ser salvada de los ataques del maligno, el gran acusador».
TERCER ACTO. De Pegaso: Yo le recomiendo al Papa que meta al Diablo en el Infierno.