Por Pegaso
Por las márgenes del río
de Reynosa hasta Laredo,
se acabaron los bandidos,
se acabaron los cuatreros
y así se están acabando
a todos los pistoleros.
La frontera norte de Tamaulipas siempre ha sido violenta, por ser cruce de mercancía ilegal hacia ambos lados de la frontera. De aquí para allá, droga; de allá para acá, contrabando de alcohol, armas y genéricos.
En esta estrofa del icónico corrido “Pistoleros Famosos” los Cadetes de Linares se quejaban por la pérdida de renombrados bandidos que hacían y deshacían a punta de balas, precisamente porque era su materia prima para elaborar su canto que después llevaban a los palenques, donde hacían las delicias de la gente, siempre sedienta de ese tipo de historias.
Cayeron Dimas De León,
Generoso Garza Cano
y los Hermanos del Fierro,
y uno que otro americano:
a todos los más valientes
a traición los han matado.
La diferencia entre ayer y hoy es que antes se les conocía por su nombre de pila. Ahora es más común el uso de apodos, como el Z-21, el Pelón, el Hummer, la Barbie o el Chapo. Luego de un impass de varias décadas, cuando en Reynosa y el resto de la frontera tamaulipeca gozamos de cierta paz, la violencia regresó con más fuerza. Ahora no son sólo unos cuantos, sino miles los violentos. ¡Imagínense si cada uno de ellos exigiera su propio corrido!
Lucio cayó en Monterrey,
Silvano en el río Grande,
lo mataron a mansalva
los rinches que son cobardes;
en los pueblitos del norte
siempre ha corrido la sangre.
Sí, pero además, los mismos compositores de narcocorridos y populares grupos de música hacían apología de la violencia. Eso se había convertido en un círculo vicioso donde la gente escuchaba las “hazañas” de hombres valientes y querían ser como ellos, entonces aumentaba la violencia y había más corridos. Era cosa de nunca acabar, hasta que el contrabando dejó de ser el negocio más rentable para ser sustituido por las drogas y las armas.
Le pegaron a Ezequiel
por el año del Cuarenta.
José López en Linares
Sigue aumentando la cuenta
y Arturo Garza Treviño
allá, en el Once Sesenta.
Aún con tanto pistolero en las calles, no hay punto de comparación con las condiciones actuales de violencia que han postrado a todo un país, a tal punto que el Gobierno prefiere liberar a uno de los objetivos más importantes que asumir los daños colaterales. ¿Dónde quedó la ley marcial?¿Dónde el toque de queda para proteger a la población?
Los pistoleros de fama
una ofensa no la olvidan
y se mueren en la raya,
no les importa la vida.
Los panteones son testigos,
es cierto, no son mentiras.
Esta estrofa, en particular, exalta algunas de las “cualidades” más sobresalientes de los hombres dedicados a ilícitas actividades. Un estudio revela que aquel individuo que ingresa al servicio del crimen organizado, dura vivo un promedio de 5 años antes de caer abatido por las balas de grupos contrarios o de las fuerzas armadas.
Y así se están acabando
todos los más decididos.
Desde aquí se les recuerda
cantándoles sus corridos.
Murieron porque eran hombres
no porque fueran bandidos.
Una gran falacia. Ser hombre no significa andar por la vida causando daños a terceros, sino levantarse temprano a trabajar, amar a su familia, cumplir con las leyes y pagar sus impuestos.