Por Pegaso
¿Lo ven? ¡Se los dije! Ya empezó el renunciadero en el gabinete del Pejidente.
Volando por los ventosos cielos de Reynosa me dí cuenta que, como siempre, el Equipo de Investigaciones Especiales de Pegaso (EIEP) tiene toda la razón adentro.
No es que seamos augures, arúspices, pitonisos, quirománticos, oraculeros, videntes, nigromantes, magos, brujos, chamanes o astrólogos. Sólo basta usar el sentido común.
AMLO ha impuesto en el Gobierno un estilo de austeridad que no todos sus colaboradores están dispuestos a seguir y a soportar.
Acostumbrados como están a los lujos que proporciona vivir del erario público, muchos de ellos con cola larga, pronto se irán desprendiendo del equipo lopezobradorista, como ya lo hicieron Germán Martínez, ex director del IMSS y Josefa González Blanco, de SEMARNAT.
El primero, porque descubrió que Hacienda mete mano en todo y para todo, y la segunda, porque no se aguantó las ganas de pedirle el favor a su cuatacho, administrador de una aerolínea, que la esperara media hora porque iba retrasada para tomar el vuelo.
Doña Chepa aún no se sacudía las malas mañas. Fue el propio Pejidente el que le pidió que renunciara porque en su gobierno, el de la Cuarta Transformación, no caben ni influyentismos ni amiguismos, ni nada que se le parezca.
Pero esto se descubrió gracias a las redes sociales y a las denuncias de valientes ciudadanos que se dieron cuenta del retraso porque estaban esperando a un funcionario del Gobierno Federal.
¿Cuántos casos similares estarán ocurriendo en este momento?
No todos los integrantes del gabinete, ni todos los diputados ni todos los senadores tienen la fijación de López Obrador de convertirse en monjes recoletos. La mayoría están ahí para hacer negocios.
Pocos son los que permanecen en sus lugares, quietecitos, por ser patriotas, querer mucho al país y sacudir toda la corrupción que aún permea en todas partes.
Yo no creo que aguanten mucho la tentación de agarrar alguna jugosa y roja manzana, si ya están subidos en el árbol.
El propio AMLO ha incurrido en delitos electorales todos los días, por lo menos durante dos horas, en cadena nacional, al mantener su figura y sus colores íntimamente asociados a MORENA en el inconsciente colectivo de los mexicanos.
Es plan con maña.
Pienso que al menos durante las campañas políticas, en los Estados donde hay elección, no debió transmitirse ese bodrio que sólo sirve para promover la figura presidencial, y por asociación, la de su partido, según denuncia de Marko Cortés, Presidente Nacional del PAN, y que forma parte de una puesta en escena bien estudiada, según Brozo.
Yo, Pegaso, no estoy en contra de AMLO. Es más, me cae bien. Gozo con su chispa, sus chistoretes y sus mil y una ocurrencias.
Lo que no trago es su terquedad. Si se le demuestra con palitos y bolitas que está equivocado, se mantiene arriba de su macho y hace valer su voluntad.
Si un reportero le pregunta algo que no le agrada, contesta con un: «¡No, no, no, no, no, nooooo!»
Me recuerda la escena de la película de Quentin Tarantino llamada «Bastardos sin gloria», cuando un oficial de la SS llega ante Hitler y le informa que los «bastardos», encabezados por el coronel Raine (Brad Pitt) han matado a cientos de sus soldados.
-«¡Nein, nein, nein, nein, nein, neiiinnn!»,-responde el colérico e intolerante Füerer. (Nota de la Redacción: «Nein» en alemán significa «no»).
En un gobierno republicano como el nuestro debe existir austeridad, que ni duda cabe, pero no debe ser llevada al extremo porque no habrá funcionario que la aguante.
El viernes pasado, al hablar sobre este mismo tema, proponía una bonita y divertida forma de lograr una austeridad real, de a deveras, de parte del Peje y de su gabinete (lean la columna del viernes 24 de mayo titulada «Austeridad»).
Actualmente tenemos un gobierno rico con pueblo pobre.
Si en realidad AMLO pretende darle la voltereta a ese sistema de cosas y lograr un pueblo rico con gobierno austero, le daré otra de mis fórmulas patentadas, y espero que no reaccione como en las mañaneras y diga: «¡Nain, nain, na…», perdón: «no, no, no, no, no, no, noooooo!»
1.- Nombre secretarios de estado a Pedro, Juan, José, Miguel y muchos otros ciudadanos comunes y corrientes que han aprendido a vivir con un bolillo en la barriga durante la mañana y frijolitos en bola con tortilla con su chesco durante la tarde.
2.- Asígneles un salario decoroso de, digamos, 6 mil pesos mensuales, que es mucho más de lo que ganan actualmente en la maquila o en la obra.
3.- Haga una nueva ley que sustituya a la actual de retribuciones a los funcionarios públicos, conservando el artículo que dice que ninguno de ellos podrá ganar más que el Presidente.
4.- El salario del Presidente no debe rebasar los 8 mil pesos mensuales.
Con estas medidas verdaderamente austeras y otras más que pudieran tomarse, veremos convertirse pronto en realidad el anhelado sueño de nuestro flamante Pejidente.
Y el refrán estilo Pegaso dice así: «Si observas afeitar el conjunto capilar que se desarrolla en el mentón del individuo cuyo domicilio es adyacente al tuyo, coloca el propio en solución acuosa». (Si ves las barbas de tu vecino rasurar, pon las tuyas a remojar).