Por Oscar Díaz Salazar
Con frecuencia reviso las publicaciones de las redes sociales del secretario General de la Sección 36 del STPRM, Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, C. Juan Antonio Treviño.
Poco es lo que comparte el líder petrolero de la 36, como poca es su presencia en medios tradicionales de comunicacion, lo mismo escritos que electrónicos.
La presencia y actividad de los líderes petroleros de la sección 36, por lo menos de los últimos 2, -Moisés Balderas y Antonio Treviño-, más que discreta, ha sido secreta; en el caso de Balderas para evadir a los bandidos que le reclamaban parte del botín que manejó por más de una década, formado por las cuotas sindicales y los contratos harto lucrativos que la empresa (PEMEX) cedía a los líderes gremiales.
Pero hoy me quiere ocupar de los convenios que en las últimas semanas formalizó “El Flaco Treviño”, con los directivos de escuelas particulares (colegios) de educación básica, media y superior, para otorgar descuentos a las trabajadores petroleros y su familia, en las cuotas de inscripción y pagos de colegiatura.
Con la óptica “cuatrotera”, esa acción del líder petrolero, buscando que sus agremiados se eduquen en escuelas fifis, sería una traición a los ideales y la mística nacionalista de los trabajadores petroleros, de la élite de la clase trabajadora en Mexico, de la empresa emblema del nacionalismo.
Los petroleros tenían la buena costumbre de educar a sus hijos en escuelas públicas y los dirigentes sindicales se preocupaban y se ocupaban de que las escuelas de sus hijos, con todo y ser públicas, estuvieran acondicionadas, equipadas y atendidas como el mejor de los colegios de paga.
Hoy la escuela primaria Articulo 123 de la colonia petrolera de Reynosa, luce como la mayoría de las escuelas públicas del municipio, y ya no tiene la imagen que le construyeron y que mantenían con el apoyo del gremio petrolero.
El Flaco Treviño es un tipo anodino, que como la caca de perico ni hiede ni huele. Pero también es un sujeto “aspiracionista” que prefiere la educación privada antes que la pública. Atrás quedaron los tiempos en que PEMEX y su sindicato apoyaban las escuelas de los hijos de sus trabajadores en todos los niveles.
